Messi vomita en plena cancha. Después se saca el barro de los botines. Romero se revuelca para evitar un gol rumano. Sabella abre los brazos. Faltan cinco minutos y el arquero inventa una atajada de dibujos animados cuando Lavezzi festejaba a cuenta. Sabella vuelve a abrir los brazos. 0 a 0 en Bucarest. ¿Nos quedamos conformes/tranquilos a 98 días del Mundial? Definitivamente no. Al contrario.

El frío de Rumania congeló la columna vertebral de la Selección. Se notó durante el primer tiempo, cuando las camisetas amarillas triangulaban rápido y desbordaban por los laterales. Fue la versión permeable e inconexa del equipo. Nada que no hayamos visto de mitad de cancha hacia atrás, ese karma defensivo que contagia inseguridad y que esta vez se saldó con un par de tapadas de Romero. Después hubo un gol anulado a los anfitriones porque la pelota había salido. El tándem Basanta-Rojo no se acomoda y el flanco izquierdo de la retaguardia se mantiene en permanente duda.

Entre la espalda de Gago y Mascherano y la posición de los centrales hay un campo desalambrado. Los rumanos lo recorrieron al trote. Si por allí galopan Iniesta, Neymar o cualquier otra figura de ese calibre los problemas serán insolubles. Es una constante desde que empezó este ciclo y quedó ratificada en Bucarest.

Fue un amistoso de mediocre para abajo. Rumania no da para mucho más. Por algo se quedó afuera del Mundial en un repechaje contra los griegos. ¿Y Argentina? Generó oportunidades de gol, las mejores en los pies de Agüero. Pero Agüero falló donde no suele tropezar, en el área. Higuaín tampoco sintonizó la onda y Di María se pasó de revoluciones, tanto que le cayó la pelota al pie frente al arquero y se apuró al tirar por arriba del travesaño. Lo tuvo Palacio pero también siguió de largo, y la apuntada de Lavezzi al final.

La Selección se afirmó un poco más en el segundo tiempo. Al menos no volvió a sufrir en las inmediaciones de Romero. Fernández anticipó mejor y Mascherano raspó con certeza. Gago jugó como lo está haciendo en Boca: desconectado, quejoso, sin meterse en el juego. Sabella lo cambió por Biglia. Con este nivel, ¿Gago tiene comprada la titularidad?

Los rumanos llenaron en la cancha convocados por Messi. Después empezaron a hacer la ola, síntoma inequívoco de que un partido aburre. Promediando el primer tiempo Romero despejó del área a las apuradas y Messi bajó el cascotazo pegado a la raya. Exquisito, durmió la pelota casi sin mirarla, con dos rumanos a la vuelta. Ese es Messi. Se encendió de a ratos en el tramo final del partido, metió un par de estiletazos-gol en el área, trató de acelerar entre dos líneas de cuatro que le comprimieron los espacios. Está claro que de él se espera mucho más.